Por: Dr. Juan Pablo Dietsch
Recientemente informamos en relación al aumento del SALARIO MINIMO VITAL que pasa este mes de OCTUBRE 2021 en el país a $ 32.000 para trabajadores de cobro mensualizado. Ciertos sectores de la economía sostienen que un aumento excesivo de este valor mínimo podría generar una debacle económica.
También hay un mito generalizado además que indica que el empleo de extranjeros afecta al empleo de los nacionales de un país e influye negativamente justamente sobre el valor de sus salarios.
Afirmaciones tan tajantes de cierta ortodoxia económica o que como referimos provienen de generalizaciones y creencias populares parecen haber sido desmitificadas por estudios efectuados por los ganadores del PREMIO NOBEL DE ECONOMIA 2021.-
Ello por cuanto se ha otorgado la mitad del premio al canadiense David Card (Universidad de Berkeley) – la otra mitad le fue otorgada al estadounidense Joshua Angrist (MIT) y al holandés Guido Imbens (Universidad de Stanford) – considerando que “han revolucionado la investigación empírica en economía”.
David Card contribuyó a entender mejor el impacto del salario mínimo sobre el empleo, una cuestión controvertida aún. Los estudios siempre han mostrado la relación negativa entre salario mínimo y empleo. Sin embargo, Card retó la visión convencional que sostiene que los salarios mínimos altos tienen efectos negativos sobre el empleo. Según el recién Nobel, la relación contraria también podía ocurrir: cuando aumenta el desempleo, las empresas pueden estar en condiciones de fijar menores salarios, con lo que aumenta la presión social a favor de aumentar el sueldo mínimo.
El galardonado David Card estudió junto con el fallecido Alan Krueger el impacto de aumentar el salario mínimo comparando áreas adyacentes en Pensilvania y Nueva Jersey. Nueva Jersey había elevado su salario mínimo a 5,05 dólares la hora desde 4,25 dólares, mientras que el de Pensilvania se había mantenido constante.
Contrariamente a la sabiduría económica convencional en ese momento, Card y Krueger no encontraron “ningún indicio de que el aumento del salario mínimo redujera el empleo” en los restaurantes de comida rápida que estudiaron. Según su documento de 1993 , el aumento del salario mínimo en realidad aumentó el empleo en algunos casos.
El hallazgo tuvo un gran impacto en el campo, ya que los economistas reconsideraron el valor social del salario mínimo y la relación entre salarios más altos y la tasa de desempleo. Muchos académicos habían pensado que salarios más altos conducirían a menos empleos, pero el trabajo de Card mostró que la relación era más complicada y destacó el valor de la evidencia empírica para respaldar tales afirmaciones.
El autor de este artículo académico añade dos datos: durante el año anterior (1987), un 11% de la población trabajadora del estado y un 50% de los adolescentes californianos habían ganado menos del nuevo salario mínimo estatal.
“La opinión generalizada es que la imposición de un suelo salarial obligatorio reducirá el empleo de los más jóvenes y de los menos cualificados“, empezaba Card su disertación, publicada en Industrial and Labour Relations Review, en 1992. Sin embargo, en la conclusión decía esto: “No encuentro apoyo empírico para la predicción convencional que hacen los economistas sobre el efecto de los salarios mínimos en el empleo“.
Añadía el experto: “Aunque el aumento del salario mínimo… elevó los ingresos de los trabajadores con los sueldos más bajos, no parece haber reducido de forma significativa el empleo, incluso en la industria del retail [venta al por menor]“.
Por otro lado, Card también demostró en otra investigación experimental aplicada a la ciudad de Miami, que la inmigración (que en su estudio provenía de los cubanos que huían del régimen Castrista) no afectaba negativamente a los niveles de ingresos de los trabajadores menos cualificados, desafiando la visión tradicional que la llegada de inmigrantes afecta negativamente a sus salarios.
Card estudió el mercado laboral en Miami a raíz de la repentina decisión de Cuba de permitir que la gente emigrara en 1980, lo que llevó a 125.000 personas a irse, en lo que se conoció como el “Éxodo de Mariel”, lo que resultó en un aumento del 7% en la fuerza laboral de la ciudad.
Al comparar la evolución de los salarios y el empleo en otras cuatro ciudades, Card no descubrió efectos negativos para los residentes de Miami con bajos niveles de educación. El trabajo de seguimiento mostró que el aumento de la inmigración puede incluso tener un impacto positivo en los ingresos de las personas nacidas en el país.