Finalmente, el jurado falló en favor de Johnny Depp en la demanda por difamación que siguió contra su exesposa Amber Heard. A fines de 2018, la actriz se proclamaba en los medios de comunicación como víctima de violencia sexual y doméstica, siendo a su vez la cara visible del movimiento Me too (yo también).
Heard relató en el juicio una serie de acontecimientos abusivos, supuestamente perpetrados por su ex. Sin embargo, las evidencias demostraron lo contrario, y el jurado tampoco le creyó a sus largas y actuadas manifestaciones. En este sentido quedó claro que el hecho de colocarse y denunciar falsamente por violencia a Depp constituyó una difamación maliciosa que generó daños resarcibles. Es por ello que el jurado civil condenó a Heard a pagarle a Depp la suma de US$10 millones en concepto de daños y perjuicios y US$5 millones por daños punitivos, cifra que fue reducida por la jueza Penny Azcarate a la suma de US$ 350.000.
Por otra parte, se analizó también en el juicio si las expresiones del anterior abogado de Depp (Alan Waldman) habrían sido difamatorias. En aquella ocasión, el jurista había dicho que Heard se colocaba como víctima para obtener una ventaja patrimonial en el divorcio. Por este hecho, deberán pagarle US$2 millones a Heard.
Vale aclarar que fueron 7 ciudadanos norteamericanos, secundados por otros cuatro suplentes, quienes resolvieron esta sentencia positiva para el actor en el tribunal de la localidad norteamericana de Fairfax, Estado de Virginia. En este contexto, podemos celebrar esta victoria, que ha puesto varias de las discusiones actuales en su lugar.
En primer término, que toda persona debe ser tratada como inocente, tanto en los medios como judicialmente, hasta que una sentencia firme establezca lo contrario.
Por otro lado, aunque parezca una obviedad, dejó en claro que las mujeres también pueden mentir y eso es una decisión individual, por más que le pese a un sector del feminismo. Además, los hombres también pueden sufrir agresiones y violencia cometidas por mujeres, como lo demostró Depp durante el pleito legal.
En tercer lugar, que debe prevalecer la vigencia de la ley y las garantías constitucionales a favor de todo ser humano, independientemente de las convenientes verdades que los movimientos colectivistas pretendan imponer.
La difamación debe tener sus consecuencias, como pagar una indemnización por o ir a prisión por falso testimonio, entre otras cosas.
Por último, cabe resaltar que el jurado popular demostró ser un verdadero juez imparcial de los hechos, que aplicando la lógica, el sentido común y analizando las pruebas reunidas puede dictar un fallo con absoluta justicia, tal como representa este caso.
¿Fin del discurso único?
Esta resolución es muy importante en momentos donde se quiere imponer un discurso único, a partir de políticas de género que consideran que hay una sola verdad antes de que la Justica se expida sobre los hechos.
El juicio puso de relieve aquellos conceptos por los que desde el Derecho hemos luchado durante tantos años, como el debido proceso, la presunción de inocencia, y la igualdad ante la ley.
El movimiento feminista venía sosteniendo que a las mujeres había que creerles, porque nunca mienten. Pero el sexo femenino también miente, y decir la verdad no es una cuestión de género, sino de identidad. Ese concepto ha causado mucho daño. No solo a Depp, quien sufrió un claro perjuicio psicológico, familiar y laboral, que cargó durante años con la estigmatización de ser un hombre violento y que se animó a enfrentar con valentía a estos movimientos tan poderosos, sino también que es el caso que padecen muchos otros hombres a nivel mundial.
Estas corrientes pretenden deslegitimar el valor de resolver los asuntos legales ante los tribunales de justicia, imponiendo una condena sumarísima sin juicio, sin contradicción y dejando al acusado sin defensa alguna.
En defensa de las mujeres, que realmente fueron cosificadas y maltratadas, siempre debe respetarse la presunción de inocencia, y tratar de revertirla con pruebas que respalden la denuncia en cuestión.
Este caso demuestra que hay que ir en búsqueda de la verdad, que Heard hizo mucho daño con sus mentiras, tal como han hecho otras mujeres, a la batalla que vienen dando quienes si son o reales víctimas.
Sin embargo, varias fiscalías, especializadas en violencia de género, no respetan estas garantías constitucionales y solamente se basan en lo que diga la denunciante, por más contradictorias que resulten sus afirmaciones y poco probables que sean la comisión de esos delitos. Eso hace que varios inocentes sean apresados de manera injusta.
Nadie dice que en todos los casos se requiera de prueba directa, algo de por sí muy difícil de conseguir en un hecho de abuso. Pero el trabajo de la fiscalía y de la querella, a nivel mundial, es siempre investigar y presentar indicios que acrediten la culpabilidad de la persona que se sindica como responsable.
Por eso, celebro que este caso, que fue televisado y atrapó a millones de personas en todo el planeta, pase a ser un símbolo de la reivindicación de la presunción de inocencia.
Abogada especialista en derecho penal y litigación oral
Déborah Huczek
Fuente La Nación