Periodismo para todos reveló el violento accionar de los grupos delictivos que extorsionan a los comerciantes extranjeros.
En la Argentina hay una mafia establecida desde hace años. Opera en casi todo el país y trae a personas en forma ilegal, trafica mercadería y extorsiona a comerciantes, quienes sumidos en una pobreza extrema, se escapan de sus ciudades en China hacia Latinoamérica. Periodismo para todos reveló cómo es el camino que recorren esos inmigrantes que entran sin documentos y mostró cómo terminan en las garras de los delincuentes, también compatriotas suyos.
Hace algunos años, la mayoría de los ciudadanos chinos provenían de ciudades como Pekín o Shangai, pero en los últimos tiempos, el origen cambió. El crecimiento de esos lugares generó una estabilidad para sus habitantes. En otros lugares, sin embargo, sigue ocurriendo lo mismo. Fujián, es un ejemplo. Desde esa provincia del sureste chino, cientos de hombres y mujeres intentan llegar a estas orillas. El camino es sinuoso y, sobre todo, ilegal.
“Son traídos por la mafia”, contó Horacio García, director nacional de Migraciones. “Muchos ni saben qué es la Argentina y los explotan en diferentes actividades. Una es la más conocida: la de supermercadistas. Los mafiosos traen a personas de bajos recursos por vía terrestre, tratando de saltear los controles”, agregó.
Ignacio Otero viajó al norte, la zona de la Argentina en la que se da el paso clandestino de los inmigrantes chinos. La mayoría vuela desde su país hasta Bolivia, donde no necesitan visa. Una vez allí, se trasladan, con una balsa, hacia tierras locales. En Salta, en Aguas Blancas, está el mayor tráfico de personas del país. A través del río Bermejo, cientos van desde un lado hacia otro, sin mostrar un solo papel.
Cuando están en tierra, son llevados en un vehículo hasta un punto de la ruta 50. En el camino, debido a los puestos de Gendarmería, los inmigrantes son desviados. Terminan en un campo, al que llaman “by pass”, por el cual deben cruzar durante al menos dos kilómetros para evadir el control de seguridad, pagar un “peaje” y salir más adelante.
“Cabeza de serpiente” se llama a esta organización delictiva integrada por argentinos y bolivianos, con el objetivo de pasar ciudadanos chinos ilegales por la frontera. En este grupo está metido Juan Antonio Aguilera, un narcotraficante dueño de esas tierras. Autodenominado “el Patrón del norte”, montó un imperio con el tráfico de cocaína y de chinos, muchos a los que mantenía cautivos.
Cada mafia tiene su logo. Cuando recorren los supermercados, identifican qué mafia es la que lo protege, de acuerdo al cartel que haya. Si no tiene se meten, y si ven un cartel de su “competencia”, entran en guerra.
“Es una estructura organizada bastante grande porque tienen casos en toda la Argentina. Es piramidal, más antigua que la italiana. Son clanes familiares que tienen jefes. Tiene mucha importancia el hermano mayor, el padre, el tío, los hijos y los soldados, que se encargan de cobrar la extorsión. Después están los extranjeros, que son los sicarios“, detalló Carlos Adrover jefe de Defraudaciones y Estafa de la Policía Federal Argentina.
Por su parte, la abogada de víctimas de la mafia, Deborah Huckzek aseguró que desde el 2011 en adelante hubo tres grandes grupos delictivos. “Hoy, muchos están prófugos. Hay dos, al menos, ahora, que se desprenden de las mafias mayores. Dejan una carta debajo de la puerta del negocio donde solicitan una suma de dinero a cambio de preservar la vida. Siempre dice: ’50 mil dólares o anda preparando el cajón'”.
Es en ese momento en el que empieza a funcionar la extorsión. En caso de que la persona no pague, mandan a un sicario a intimidarlo: o le disparan a la caja o, muchas veces, hacen explotar la puerta del supermercado. En las situaciones más graves, hubo delincuentes que llegaron a matar.